jueves, 22 de septiembre de 2011

Pica, escuece, duele..

No te voy a mentir. Tenía la esperanza de que todo fuera más sencillo. Cuando era pequeña jugaba a videojuegos. Nunca se me dieron bien. La mayoría de veces me estancaba en una pantalla y acababa dejándolos. En contadas ocasiones decidía retomar el videojuego, accedía a la misma pantalla y todo parecía más sencillo. ¿Crees que ocurrirá algo así? Me encantaría pensar que estamos haciendo lo correcto. Conseguir que esta situación no me mate por dentro. Cambiar las lágrimas por sonrisas. Encontrar un maldito motivo para levantarme por las mañanas. Sin ti es tan difícil, joder. Todo el mundo dice que estas situaciones nos hacen fuertes. ¿Y si no quiero serlo? Solo sé que intento no pensar. Censuro cada uno de mis pensamientos en los que tú eres la protagonista. Sin embargo, el simple hecho de ponerme una camiseta hace que me acuerde de ti. Elegir entre aquella que me regalaste por primera vez, la última que me puse cuando estaba contigo o esa que tú misma construiste con una estrella y un corazón. Después llego a clase dispuesta a desconectar con el mundo y aparece la profesora de nutrición. Recuerdo ese momento caminando entre calles oscuras cuando te dije que iba a ser una experta en la materia. Más tarde la profesora habla del “pan preñao”, una lágrima recorre mi mejilla y continúo haciendo como si no me hubiera afectado. Me engaño a mí misma porque vuelvo a pensar en todo lo que hemos vivido. ¿Me engañaba antes? ¿Me engaño ahora? Yo que sé. Lo peor es cuando llego a casa e inconscientemente te busco por cada rincón. Pienso que todo ha sido una pesadilla de esas en las que estas deseando despertar. Comienzo a pellizcarme el brazo, a golpearme más fuerte y más tarde el dolor se hace tangible. Ahora sí, comienzo a llorar al confirmar que todo es real. Sigo esperando que aparezcas en cada mensaje o llamada. Incluso a veces pienso en ser yo la que se trague su propio orgullo. Pero no, es tu decisión y si algo deseo es que seas feliz. No te hago feliz me repito a mí misma. Yo mataría monstruos por ti, ¿recuerdas? Descubro que soy capaz de matarme hasta a mí misma.

2 comentarios:

  1. Muy intenso, pero lo de ser capaz de matarse a uno mismo...no se...no merece la pena...
    Por cierto soy Pérfida
    Un saludo coleguita

    ResponderEliminar
  2. Te entiendo perfectamente. :)saludos.

    ResponderEliminar